Hace casi 100 años mis abuelos vivían en una pequeña casa de aldea, situada a escasos 20 kilómetros de donde yo resido hoy en día.
Como cada noche, antes de dormirme, terminé mi día dando las gracias por las cosas buenas que me habían ocurrido a lo largo de las últimas 24 horas. El día de ayer, especialmente, estuvo colmado de momentos de gratitud.
Es curiosa la sabiduría que yace en nuestro inconsciente. Nuestra parte racional busca la explicación a todo pero el «in» lleva «inside» (dentro) la verdadera respuesta, oculta en lo más profundo de nuestro ser.
Hace 4 años decicí tatuarme un pequeño dibujo que me rondaba la cabeza desde hacía tiempo. El diseño: una mariposa dentro de un tribal con forma de corazón.
Miércoles 2 de agosto. A las 7:45 empieza a entrar el sol por la ventana de mi habitación. Decido seguir durmiendo un ratito más. El despertador de mi móvil está programado para sonar a las 8:30. Tan sólo tres cuartos de hora más tarde pero suficientes para darle a mi mente tres ciclos de sueño adicionales de 20 minutos.
Nuestra vieja piscina hinchable pasó a mejor vida a finales del verano pasado. Tras ocho largos años haciendo las delicias de los niños, desde principios del mes de junio hasta casi el mes de octubre, le llegó el momento de la jubilación.
Tigre no es un gato de raza aunque sí lo parece. Es una mezcla de persa con angora. Su madre, una bola arisca de pelo largo y blanco, se emparejó con el gato de una casa vecina, un macho gris de nariz chata y temperamento tranquilo.
De aquella camada de 4 gatitos sólo tres sobrevivirían. Y dos de ellos terminarían en mi casa. Dos hermanos, ambos grises, un macho y una hembra. Tigre y Luna.
Desde niña siempre tuve una extraña sensación. Era como si me sintiese invisible. ¿Dónde nació esa creencia de no ser vista por nadie?, ¿es algo mío o acaso lo he heredado de mis ancestros y, por fidelidad, simplemente estoy repitiendo un comportamiento que YA no me sirve?.
Y… ¿por qué razón?. Supervivencia. Única y exclusivamente.
Hacía algo más de un año que se había divorciado. Su físico había cambiado por completo. Su peso bajó de 85 kgs. a 55 en apenas unos meses y sin hacer ningún tipo de dieta. Bueno sí, hizo dieta de pensamientos negativos y eso la llevó a cambiar, de forma automática, su alimentación y a librarse de esos treinta kilos de forma rápida sin apenas ningún esfuerzo.